martes, 18 de septiembre de 2007

Kurokumo

Hikaru & Ankoku, luz y oscuridad. Precisamente ambos conceptos andan últimamente perturbando mis pensamientos y mi sueño. ¿Cuánto cuesta que tu mundo se vea lleno de luz, de forma que todo sea como uno siempre soñó y cuán fácil es que las pequeñas nubes acaben oscureciendo hasta el último d los rincones d ese mundo?. Si, por desgracia es así.

Cuando al fin a base de esfuerzo de cariño de entrega consigues que todo se llene de luz, tener paz y felicidad, descubres que en el horizonte empiezan a aparecer nubes, nubes que en otro tiempo consiguieron sumirte en la más profunda oscuridad y que hicieron que tuvieras que luchar tanto. Y rezas porque no vuelva a pasar y que no consigan nublar tu mundo ni un poco si quiera, al fin y al cabo son solo pequeñas nubes oscuras, no tendría que pasar nada. Pero al final su sombra se proyecta formando agujeros oscuros que has de esquivar aunque ello te cueste sangre y lagrimas, y aún cuando todavía no se han recuperado las heridas y los temores que dejaron las pequeñas nubes ves que otro frente se acerca.

Te das cuenta de que siguen siendo pequeñas nubes pero todas se acumulan y aún las primeras no han abandonado el horizonte; y al final, miras a tu alrededor y tu mundo de luz ya es solo oscuridad y el miedo y el dolor, el dolor mas desagradable que ningún antídoto cura que no puedes arrancarte del pecho, del alma, comienzan a apoderarse de ti.

Y solo te queda resistir, cerrar los ojos y apretarlos muy fuerte, y esperar que todo pase, que solo sea un sueño, y que todo vuelva a brillar, a tener su luz, a curar.

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